Era un día oscuro y las calles no eran lo mismo que a cuando las veía años atrás. De todos modos decidí llenarme de ánimo y salir a distraerme. Tomé un baño corto y me vestí con lo habitual. Antes de salir, contemple mi cara en el espejo un momento y seguí adelante.
Poco a poco el cielo se llenaba de nubes y el ambiente se tornaba frío. Definitivamente no era el día para salir a despejar mis pensamientos. Todo esto me recuerda a ella, su esencia sigue conmigo… supongo que no debí permitir que saliera de casa sola. La extraño.
Transcurrió un largo rato hasta que logré llegar al centro de la ciudad. Me senté en una cafetería –la que solía visitar con ella a mi lado- y esperé tontamente a que alguien llegara, se que no llegaría nadie jamás, pero aguardaba con esperanzas. Tiempo pasó hasta que un mesero pidió mi orden. Habló de los tipos de café que había y elegí uno que traía menta. Alice adoraba el café con menta. Yo adoraba su compañía.
Alice, mi bella y adorada Alice. Su rostro sigue intacto en mi recuerdo. Llegamos a Suecia luego de siete meses de casados. Ella rápidamente se adapto al país y yo por ella seguí adelante.
Esa noche no fue buena. Soñé que ella se apartaba de mi vida y me cambiaba por otro. Desperté bruscamente y Ali me tranquilizó, me dijo que todo estaría bien y que jamás se iría de mi lado. Su voz apaciguo mi angustia. Seguí durmiendo.
A la mañana, salió a hacer las compras del mes, no la acompañé esta vez. Luego de que se fue sentí que mi corazón se saldría de mi cuerpo. Recibí un llamado. Era el hospital diciendo que Alice había muerto producto de 3 disparos en su pulmón y corazón.
- No pudimos hacer nada mas por ella, lo siento mucho- dijo con serenidad una enfermera.
Mi vida entera se despedazó. Lloré como nunca en mi vida y corrí con desesperación al hospital. Alice, MI ALICE estaba ahí en soledad. Su cuerpo sin vida yacía en mis brazos y manos cubiertas de lágrimas. Por triste que pareciera, mis sollozos no la traerían de vuelta. Ya nada será lo mismo.
Es inevitable no sentirme triste cuando revivo ese crudo momento. Desde ese día mi vida no es más que una entera desgracia. Sigo solo a pesar de todo.
-¿Se encuentra bien señor?-dijo el mesero con mi pedido en sus manos. Reaccioné rápidamente y dije – Estoy bien, gracias-.
Mientras le echaba azúcar a la taza, absorbí cada detalle del lugar. Comencé examinando la locación en la que me encontraba. Era un café con una gran influencia del estilo francés, la infraestructura constaba de una rústica madera completamente barnizada y bien mantenida, donde resaltaban los grandes ventanales que daban hacia la calle. Al frente de mi mesa, había un hombre de aspecto desordenado, calculé que tenia mi edad a juzgar por su cara, que tenia un leve parecido a mi. Su rostro reflejaba cierta alegría pero sus ojos delataban su gran tristeza. Luego de observarlo detenidamente por un largo rato, decidí invitarlo a mi mesa. En el momento que se levanto, recordé un sueño que tuve semanas atrás, donde un desconocido hablaba largo rato con alguien mas y luego, uno fallecía y se daba cuenta que, en realidad no había nadie mas, sino que fue el mismo todo el tiempo y ahora estaba muerto. Fue algo chocante y al mismo tiempo misterioso.
Se sentó enfrente y en seguida logramos una conexión increíble. Mis pensamientos salieron a flote y me sentí muy cómodo con ello. Hace más de tres meses no hablaba con nadie ni salía de casa. Pasaron horas desde que iniciamos nuestra conversación y debieron echarnos porque cerrarían el local. Salimos y me invito a un lugar de la ciudad que aparentemente no conocía.
Mientras caminábamos, este chico me contó un poco de su vida, agrego que vivía aquí hace ya un tiempo y tenia contemplado viajar a Italia dentro de un mes aproximadamente, porque la monotonía no era lo suyo.
- Desde que llegue aquí, no me dedique a nada más que conocer cada rincón escondido de Suecia, y quedarías asombrado si te contara todo lo que he visto por acá. Traté de establecerme aquí y convencerme de que seria lo mejor encontrar un trabajo y hacer mi vida, lo logré y fracasé una semana después. Me di cuenta de que no me gusta atarme a nada y siempre será así, por mucho que intente cambiar-.
Lo mismo pensaba antes de conocer a Alice, pero ella me tomó por sorpresa y cambió todo orden lógico.
...continúa...
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